LA DESGRACIA DE NO SABER LATÍN Y GRIEGO

Cuándo sólo me faltaban cuatro meses para concluir la carrera, tuve la inmensa fortuna de tener por maestro a D. Alfonso López Quintás. Por haber tenido el privilegio de conocer a un profesor así, bien ha merecido la pena tantos años de escolarización. Hace poco, me envió un escrito suyo de hace años, sobre el latín y el griego. Lo cuelgo en el blog pues Silvia me preguntó sobre mis razones para aprender junto a mis niños estas lenguas. Mis motivos no son exactamente los mismos, pero desde luego este artículo es mucho mejor, que cualquiera que pudiese yo escribir y estoy convencida de que puede arrojar luz abundante, sobre esta cuestión. Soy todavía demasiado novata, para escribir sobre educación clásica, pues recién comienzo con ella y además tengo tan poquito tiempo:

“Hace algún tiempo acudí en Madrid a las oficinas de la sociedad médica “Sanitas”, y, al decir que pertenecía a Sánitas -acentuando, naturalmente, la primera a-, la gentil señorita de la ventanilla se acercó amablemente hacia mí, para hablar bajo y no sonrojarme ante el público, y me indicó con tono maternal: «Sanítas, señor, se dice sanítas», y acentuaba la í con la firmeza de quien dice algo obvio. Yo no pude evitar el sonreírme, y ella, muy digna, quiso saber la causa de mi reacción. «Es que me hace gracia -le indiqué-, que me haya matado durante media vida a aprender latín y ahora no sepa decir a derechas el nombre de algo tan elemental como salud».
Cuando uno oye y lee a brillantes periodistas y sesudos varones de la política y la ciencia decir y escribir, por ejemplo, «contra natura» -sin una m al final-, «urbi et orbe» -cambiando la i final por una e-, «manu militare» -insistiendo en el mismo error-, «mutatis mutandi» -comiéndose la s final-…, se sonroja y pide al cielo que, si no se estudia latín, se lo olvide al menos del todo, y no se lo utilice para darle a los escritos o discursos un realce que de hecho viene a convertirse en un auténtico precipicio por el que se despeña el prestigio del que comete tales desafueros.
Puede, tal vez, alguien pensar -y así ha ocurrido incluso en las esferas dotadas de poder sobre los planes de estudio nacionales- que el latín es una lengua muerta y debe ceder el paso al estudio de lenguas vivas de amplia circulación mundial y, por tanto, más útiles desde el punto de vista práctico. Esta opinión es muy discutible. De hecho, la reducción del estudio de las lenguas clásicas no se tradujo en un mayor conocimiento de las lenguas modernas. Todo hace sospechar que se trataba de simplificar a toda costa, en virtud de criterios alicortos. Por vía de orientación, no está de más recordar que las naciones europeas más florecientes en materias científicas y técnicas son las que dedican más atención al estudio de las lenguas clásicas.
Somos un pueblo de origen latino, y el desconocimiento del latín nos aleja de nuestras raíces. Preocupados por la dificultad que experimentan los extranjeros para aprender su endiablada fonética, los ingleses trataron seriamente en un congreso la cuestión de la conveniencia de simplificar su lengua, sintonizándola con la escritura. Al final, decidieron no alterar el estado actual de cosas, a fin de conservar la cercanía de la lengua a sus fuentes, que, como sabemos, son muy diversas.
Los españoles tendemos por principio a simplificar, sin reparar en las consecuencias de tal recurso facilón. Como la p de Psicología apenas la pronunciamos en el habla cotidiana, surgen a veces voces que proponen suprimirla de la escritura porque les parece un elemento superfluo. No se detienen a pensar que Psicología significa «tratado de la psique», de todo lo relativo al «alma» humana, y Sicología, en cambio, equivale a «tratado de los higos». No es precisamente lo mismo. La p de Psicología es uno de los puentes que unen a las generaciones actuales con los antiguos griegos que pusieron las bases de nuestro conocimiento del hombre. Si desgajamos nuestro modo de hablar -que es, no se olvide, el vehículo viviente de nuestra creatividad personal- de los orígenes de nuestra cultura -que implica cuanto el hombre realiza para vincularse a lo real y desarrollar su personalidad-, nuestra vida cultural queda seriamente perjudicada. Poco tendrán que agradecernos las generaciones que reciban una lengua errática, desarraigada, entregada a todos los vaivenes y adulteraciones que provoca la falta de identidad propia de un apátrida.
Al no saber latín y griego, se desconocen las raíces de buen número de palabras castellanas de uso corriente, y se empobrece rápidamente el léxico. Si se conocen las fuentes de nuestra lengua, muchas palabras se iluminan al sólo oírlas. Hace días se indicó en un programa de televisión que los españoles somos los más «ichtiófagos» del mundo. Aunque no se haya oído nunca tal palabra, resulta obvia si se sabe cómo se dice en griego pez y comer.La ignorancia del latín y del griego deja a los hispanohablantes desvalidos a la hora de crear neologismos, porque el castellano no cuenta entre sus muchas y excelentes cualidades con la de ser flexible en orden a la creación de nuevos vocablos. Este desvalimiento va a obligar -ya lo está haciendo- a los hispanoblantes a acudir en tropel a las lenguas extranjeras en busca de préstamos difícilmente integrables en nuestra lengua. La asimilación de elementos extraños realizada por falta de conocimiento de la propia lengua no puede sino dar lugar a un resultado híbrido y a la pérdida consiguiente de identidad.En todos los rincones de la cultura -arte, historia, derecho, filosofía, teología…- tropezamos constantemente los hispanos con el latín. No es fácil adivinar cómo podemos realizar una investigación medianamente seria en cualquier campo del conocimiento sin contar con cierto conocimiento de nuestra lengua madre. Pero no sólo en la altiplanicie de la cultura se echa de menos este conocimiento; también en la vida diaria se camina a ciegas, en buena medida, cuando se ignora el latín. «Siste viator» (Párate, caminante); así comienza una inscripción grabada en la puerta de entrada a la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Su mensaje es profundamente emotivo, pero, al estar expresado en latín, permanece mudo para todos cuantos, debido a planes de estudio poco afortunados, ven reducido su horizonte cultural. Monumentos, sepulcros, monedas…, multitud de elementos de nuestra cultura pierden su carácter expresivo y elocuente ante quienes se han alejado de sus raíces. Vas al puente de Alcántara, cerca de Portugal, y, si no sabes latín, no te enteras de lo que allí plasmaron en lenguaje bien preciso quienes erigieron una de las obras más impresionantes de la humanidad: “Ars ubi natura vincitur ipsa sua”.
El latín no sólo dio origen al castellano; está incrustado en sus estructuras como algo natural. Un hispanohablante que ignora el latín navega por un mar cuyo fondo desconoce. En cualquier campo que se mueva tendrá que mantenerse a menudo en un plano superficial y su labor carecerá de la radicalidad que hubiera podido tener. Saber tocar un instrumento musical es algo magnífico, pero carecer de tal arte no disminuye nuestra talla de españoles en cuanto tales. El no saber latín afecta, en cambio, a nuestra base cultural, nos desvincula de nuestro humus nutricio y nos desnutre.Conocer la etimología de las palabras de nuestro idioma es una deliciosa fuente de sabiduría, pues nos permite ahondar en nuestras raíces espirituales.
• Si sabemos que “recordar” se deriva del sustantivo latino “cor” (corazón) y significa “volver a pasar por el corazón” -es decir, traer de nuevo a la existencia-, descubrimos un hecho de suma importancia: que la memoria no se reduce a un mero almacenaje de datos, antes presenta un carácter eminentemente creativo.
• Al enterarnos de que el vocablo “generosidad” procede del verbo latino “generare” (generar, engendrar, promover), cobramos una idea lúcida de la fecundidad de este concepto decisivo. Es generoso el que da vida, el que la incrementa y lleva a plenitud.
• Basta saber que “fidelidad” es una palabra emparentada estrechamente con “fe”, “confianza”, “fiabilidad” y “confidencia” para adivinar que no se reduce a mero “aguante”, antes implica la capacidad de crear una relación estable y fecunda de convivencia.
• Cuando nos enteramos de que la palabra “entusiasmo” significaba para los griegos antiguos estar inmerso en “lo divino”, que para ellos equivalía a “lo perfecto”, aprendemos a distinguir debidamente la euforia –propia del proceso de fascinación- y el entusiasmo –característico del proceso de creatividad-. Con ello ganamos luz para comprender que la entrega a las diversas formas de fascinación no supone ascender en la vida a una alta cota sino despeñarse por una vía de destrucción. Al hablar del “entusiasmo”, nos sumergimos en la concepción griega del amor y el ascenso a lo divino. Si uno es incapaz de descomponer esta palabra y adivinar su articulación interna, ¿puede captar su inmensa riqueza y su correlativa hermosura? Lamentablemente, no.
De lo antedicho se desprende que desconocer el latín y el griego deja a las personas de lengua hispana sobre un penoso vacío cultural. Hay en la vida humana muchas desgracias posibles. Una de ellas -no la mayor, tampoco la más pequeña- es no saber latín y griego. Buen tema éste para meditar a la hora de planificar la enseñanza.Las lenguas «muertas» están muy vivas.Parece que corren vientos contrarios al aprendizaje del latín y el griego. Tanto peor para la cultura. Pensar y hablar en lengua española y desconocer las lenguas de que ésta parte y se nutre significa moverse a ciegas, sin seguridad alguna.Intenta estudiar literatura española, francesa, italiana… sin saber latín. Te quedarás fuera de los procesos que dieron origen a esas lenguas. Te adentras gozoso en la Historia del Arte, y te encanta visitar monumentos, pero pronto, si no sabes latín, encontrarás barreras infranqueables cuando quieras hacer algo tan sencillo como leer una inscripción. Te gusta profundizar en la Filosofía y en la Historia general. ¿Puedes hacer algo serio en estas interesantes materias sin poder leer textos en griego y latín?Para ir a lo hondo de las palabras españolas hay que penetrar en su origen griego o latino. La palabra “diligencia” se deriva del verbo latino “diligere” (amar), así como “coraje” procede del sustantivo latino “cor” (corazón). Cuando amamos algo, nos mostramos diligentes y ponemos corazón –es decir, coraje- para conseguirlo. De modo afín, “ser animoso” significa “poner toda el alma” en algo, ya que “anima” en latín significa “alma”. Conocer la etimología de los vocablos equivale a volver al origen de la lengua, contemplarla en su albor, penetrar en el significado de sus vocablos. Aunque éstos matizan su alcance a lo largo de los siglos, suelen conservar el sentido nuclear del principio.
Estas lenguas no están muertas, viven directamente en los textos y de forma mediata en las lenguas romances. Lo grave es que quienes las desconocen no saben lo que pierden porque no hacen la experiencia de acceder a los mundos que ellas abren. Cuántos jóvenes manifiestan que les gusta el canto gregoriano, pero no saben latín. No pueden ni barruntar en qué medida se incrementaría su agrado si pudieran captar la profunda armonía que se da en esta forma de música entre texto y melodía. Algo semejante puede decirse de la polifonía clásica (Palestrina, Victoria, Lassus…) y parte de la barroca (Schütz, Bustehude, Bach…).Sabemos que el lenguaje es vehículo viviente de la creatividad humana. Si desconocemos el trasfondo del lenguaje, no podemos hablar de modo profundamente comprometido y creador, pues, al hacer quiebra el lenguaje, hace quiebra la creatividad.Los reformadores de los planes de estudio no debieran olvidar todo esto. Afirman, a veces, que debe darse prevalencia a lo actual sobre lo antiguo, entendido como algo ya pasado. Pero esto supone ignorar que –según nos enseña la Filosofía de la Historia- para ser creativos en el presente debemos asumir activamente las posibilidades que cada generación del pasado ha ido entregando a las siguientes. Esa entrega se dice en latín traditio. La tradición no es un peso muerto que gravita sobre los hombres del presente; es un motivo impulsor de su actividad creadora. Si no acogemos creadoramente la tradición, no podemos configurar el futuro.¿Quieren de verdad los responsables de la educación del pueblo que florezca en éste la verdadera cultura? Sumerjan a los jóvenes en esas fuentes de buen pensar, de precisa expresión, de hondo análisis de la belleza, de certera formulación de leyes y principios que son los escritos griegos y latinos de los llamados tiempos clásicos y de las culturas inspiradas en ellos (Patrística, Edad Media, Renacimiento…).
Esa inmersión en los textos clásicos debe hacerse de forma adecuada si se quiere despertar entusiasmo y no aversión. Leer a Sófocles y a Virgilio en los textos originales es una delicia cuando uno tiene afición a la buena literatura y lee con soltura el griego y el latín. De lo contrario, supone un tormento. No debe ser impuesto a estudiantes que sólo desean leer los escritos neotestamentarios, los Santos Padres y los pensadores medievales. Aquí procede otro nivel de exigencia y otra orientación de la enseñanza.
Estúdiese bien el método adecuado para enseñar latín y griego a los estudiantes de las diferentes disciplinas. Y luego aplíqueselo con toda decisión. Será la forma de asentar en tierra firme y fértil el árbol del saber. Sin ese asiento, no habrá sino diletantismo superficial.”

Hola

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15 comentarios en «LA DESGRACIA DE NO SABER LATÍN Y GRIEGO»

  1. ¡¡Muchisimas gracias Paloma! ahora me siento tan tan ignorante… voy a compartirlo con mis chicos… que los tengo dispersos estos días.

    Cariños mil

  2. Soy Carolina.

    Aunque yo siempre he tenido claro que para un hispanoparlante es estupendo saber latín y griego, nunca se me habría ocurrido empezar a enseñarles tan pronto a mis hijos si no hubiera descubierto el blog de Perla (www.theclassicalmommy.com). Al ver lo que ella hace con su hijo, me dije: “Claro, ¿por qué no?”.
    Mi generación no aprendió latín y griego hasta el BUP, pero la generación de mi madre empezó mucho antes.
    Este “curso escolar” he introducido el latín y el griego en la enseñanza de Jaime, de 5 años. Muy despacito, pero ahi vamos. A Samuel, de 2 1/2 años le encanta que le recite el alfabeto griego y le enseñe las letras.
    Pero quien más está aprendiendo… soy yo, claro!

    Un abrazo

  3. Asi que fuiste alumna del bueno de López Quintás!! Yo tuve la fortuna de asistir al último curso de Pinillos el año que se jubilaba, y fue una maravilla.

    No puedo estar más de acuerdo con el texto. Me paso la vida haciendole alusión a quienes me escuchan, muchas veces alumnos de la ESO, al origen de las palabras, y a la necesidad de conocer su origen, y por lo tanto saber algo de esas dos lenguas, que poco importa sean vivas o muertas, ya que ese matiz se lo da el que sigamos usándolas.

    Ipe me ha traído hasta aquí, y me alegro.

  4. Paloma , muchas gracias por el articulo , lo voy a leer a mis amistades y a ver si me animo a aprender latin . Aca en Chile , se habla muy mal , mucha palabrotas, los medios de comunicacion potencia el mal hablar , ya no se usan los adjetivos . Los niños y los jovenes , creo yo son los mas perjudicados.
    Te reitero , muchas gracias por darme una vision diferente de latin .besos!

  5. guau, me ha encantado! una se siente tan ignorante como dice Ipe!
    jajja
    pero bueno, siempre estamos a tiempo de empezar!
    el texto es sencillamente genial! muchas gracias por ponerlo!

    1saludo

  6. Querida Paloma, muchísimas gracias por compartir con nosotros este texto.
    Algo parecido pasa con la religión. No importa si se es creyente o no, es fundamental tener una cultura religiosa, saber historia de las religiones, arte,… Al igual que nuestros jóvenes en su mayoría no conocen la etimología de las palabras, tampoco conocen gran parte del arte si en los centros de estudio se obvia todo lo que tenga un matiz religioso. En la Edad Media, sólo sabían escribir los monjes, la única forma en que se podía transmitir la historia o los escritos sagrados era de forma oral y a través del arte. Si no estudiamos las obras religiosas que hay en el arte prerrománico, el románico, el renacimiento,… tendremos un gran vacío en la historia. Pero parece que los mismos que quitan el latín y el griego de nuestros planes de estudio también quitan todo lo que tenga un matiz religioso. Yo no digo que se evangelice en los centros de estudio, pero sí que se informe y se estudie nuestra cultura y sus raices.
    Quizá es que no les interesa que podamos pensar.
    Por cierto, supongo que no habrá problema en que comparta con mis amistades esta carta de tu profesor.
    Besitos. Pilar

  7. Interesantísimo el artículo Paloma, sobre todo por lo importante que es saber el origen de las palabras y en consecuencia su significado.
    Yo sólo estudié latín en el instituto y el griego lo desconozco. Pero me fue muy útil el latín cuando empecé a estudiar alemán por el uso de las declinaciones.
    Tenemos mucho que aprender y también mucho que enseñarles a nuestros hijos. besos

  8. Gracias Paloma, vaya respuesta que me has dado! Hermoso escrito de tu maestro. Con que motivo lo escribió? Este texto traducido al inglés llenaria de gozo a tantas madres homeschoolers enseñando latín aca en los EU.
    Fijate que en examenes de acreditacion de estudios y nivel academico aca en EU ponen mucho enfasis en definiciones y nos dimos cuenta Arnoldo y yo que las palabras que la mayoria de los americanos sudaban por aprender y comprender eran con raices latinas de las cuales nosotros podiamos deducir el significado al conocer las raices.

    Pues si, convencida estoy de que sera hermoso aprender con profundidad estas lenguas vivas.

  9. Gracias Paloma por compartirlo.

    Realmente, los niños lo aprenden con una facilidad sorprendente. Mi hijo de 7 años está de oyente en las clases y se interesa mucho. Le encanta jugar con las palabras y pensar en qué significan. Les hace pensar mucho el saber las etimologías, y luego nos ayuda en las otras asignaturas.

    Yo lo estudié en la carrera, pero me he olvidado ya de todo, con lo que me encanta empezar con ellos desde el principio. Usamos Latina Christiana de Memoria Press y luego unas fichas con las etimologías en griego y latín de palabras en inglés (English from the Roots), pero si sabeis de material en español-latín para niños, pues encantada de informarme.

    Sólo se me ocurre ir a librerías de segunda mano para buscar antiguos libros de texto de cuando se estudiaba en la escuela en España.

  10. Paloma gracias por el texto.
    Los que hemos estudiado algo de estas lenguas sabemos que antes o después te atrapan. Pienso que la magia está en que transmiten muchos conocimientos, se denominan lenguas muertas, sin embargo por lo que aportan debieran ser clasificadas de otro modo.
    ¿Les gusta a tus chicos?
    ¿Cómo lo introdujiste?
    Un abrazo,

    Natalia.

  11. Hola a todas! Muchas gracias Paloma por despertar este interés por las lenguas clásicas. Yo tuve un mal profesor de latín en BUP y perdí todo el interés y la ilusión por aprender. Trabajé por aprobar el examen pasar de curso, y ahí quedó. Qué importantes son los docentes para lograr interesar a los alumnos por una materia. Últimamente estoy leyendo libros que citan contínuamente a los clásicos y me da pena no saber algo más. Quién sabe, tal vez vuelva a retomarlo con mi hija. Gracias por abrirnos la mente también a nosotros.

  12. Ipe yo también me siento ignorante pero nunca es tarde para remediarlo…

    Carolina a mi me llamaba mucho la atención la educación clásica pero pensaba que no era para mi, me sentía limitada…y fue Perla la que me animó a aprender junto a mis hijos.

    Lautarojc bienvenido a esta casa…Si, fue mi maestro en una cuatrimestral, pero sus enseñanzas me marcaron profundamente.

    Según me dijo Alfonso López Quintás este artículo fue precisamente publicado en un gran periódico en Chile y causó gran furor en unos días agitados por la disputa de si latín si o latín no.

    Marcela eso pienso yo, la oportunidad que tenemos de educarnos junto a nuestros hijos es única y además ellos son una gran motivación.

    Pilar me encanta el tema que has sacado, precisamente en estos días quiero publicar un post sobre ello.

    Lola yo tampoco había estudiado griego nunca y latín en segundo de BUP.
    Es verdad: !Tenemos tanto que aprender!

    Silvia yo le pregunto si quieres, pues tal vez esté traducido al inglés. Este artículo figura en su libro “La cultura y el sentido de la vida”, de la editorial Rialp, Madrid. Ya te cuento.

    Arantza, el material que vayamos encontrando lo compartiremos en el foro de “Educación clásica”…y me parece buena idea lo de buscar en librerías de segunda mano. Yo tengo pensado ir confeccionando material para los pequeños. Poco a poco..

    Natalia me alegro te haya gustado..A mis hijos les gusta mucho, mucho y sobre todo el griego. Hasta ahora no hemos empezado con la gramática, ya que no se recomienda hasta por lo menos los diez años (según la educación clásica). Estudiamos el alfabeto, hacen trabajos de copia, memorizan canciones, oraciones, locuciones latinas, nombres científicos de plantas y animales, los meses del año, vocabulario.

    Bueno Mónica yo tampoco tuve interés por las lenguas clásicas nunca. En la carrera sentía no saber algo de latín o griego, pero pensaba que ya era tarde, ja,ja…Pero ahora lo veo de otra manera y quiero que mis hijos tengan la oportunidad de conocer estas lenguas, para de mayores ser auténticamente libres de seguir profundizando en ellas o no…pero ahí está la base, los cimientos, las raíces.

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

  13. Muchas gracias por compartirlo! Hace tiempo que me planteaba la necesidad de introducir lenguas clásicas… aunque aún no sé cómo!
    Aprovecho para deciros que os hemos dejado un premio en nuestro blog!

  14. Salve Paloma:‎

    Conocía el artículo, pero no el autor que bueno que tú si lo conoces personalmente, debe ‎ser un gran honor.‎

    Hay otro artículo interesante que se llama Una Apología entre El Latín y Las ‎Matemáticas de Cheryl Lowe, Memoria Press. ‎
    http://www.theclassicalmommy.com/morearticlesandresourcesES.html

    Para Sylvia que busca información en Ingles, la página de Memoria Press tiene muy ‎buenos artículos.‎

    Que más puedo decir, si el Latín es fabuloso, y no digamos el Griego.‎

    Bye, bye, o mejor dicho Vale! (en Latin)

  15. Unas reflexiones muy lúcidas, Paloma, gratias plurimas!
    Me quedo con la última parte del escrito, algo hemos hecho mal filólogos y docentes, cuando no hemos logrado convencer a la sociedad de la importancia de las lenguas y la cultura clásica.
    La muerte de nuestras lenguas, un homicidio que estamos todavía pagando.
    Salutem.

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