Ayer una madre de familia numerosa que lee en voz alta a sus cuatro hijos pequeños de entre siete y dos años, me planteaba una serie de dudas y dificultades.
Sus inquietudes me resultan familiares y pienso la mayoría de los que leemos en voz alta hemos pasado por «crisis» semejantes. Por esta razón, he decidido abordar públicamente sus preguntas con la esperanza de que estas reflexiones puedan aportar un poco de luz a otras familias.
Uno de los dilemas a los que se enfrenta es que su hijo de siete años ya es un lector autónomo que disfruta de la lectura en solitario. Cuando ella intenta leer en voz alta, el pequeño manifiesta aburrimiento. Además, tiene la sensación de que los demás hijos no se enteran de mucho por lo que duda sobre la conveniencia de seguir leyendo en voz alta pues a ella le supone un esfuerzo hacerlo y no ve fruto…
La lectura en voz alta en familia tiene sus dificultades y pienso que el consejo número uno para cualquiera que empiece es enamorarse de esta práctica porque una vez que comprendamos sus beneficios seguiremos perseverando, aunque no veamos resultados inmediatos.
Yo leo en voz alta desde que tuve a mi primer hijo en brazos, y fue algo que me salió solo, pero cuando empecé a investigar para convencerme de que lo que hacía instintivamente era algo racional, en todos los sitios afirmaban que si leías a tus hijos se convertirían en lectores precoces.
Pero no fue así, y los que me conocéis sabéis que casi todos mis hijos han sido lectores tardíos. No hay que pensar demasiado en los frutos porque a lo mejor no llegan cuando los esperamos, aunque llegar llegan. Es como el alimento. Damos de comer a nuestros hijos cada día la mejor comida que podemos, porque sabemos que es bueno para ellos, aunque no veamos cambios inmediatos entre darles comida casera hecha por nosotras con amor tiempo y dedicación, a comida ultra procesada.
Si leemos en voz alta a nuestros hijos cada día, los mejores cuentos e historias que podamos conseguir sin duda estarán ocurriendo grandes cosas en su interior que no podemos percibir, pero sus mentes se van nutriendo poco a poco y nosotros seguimos alimentando sus almas. Nuestro trabajo es sembrar las semillas que germinarán a su debido tiempo. Les vamos proporcionando lecturas que ellos por su edad no podrían asimilar si leyeran por su cuenta, y lecturas que tal vez nunca elegirían para leer (pero que nosotros creemos que les convienen).
No importa que parezca que no se enteran, nosotros seguimos leyendo.
Otro consejo que yo daría a esta mamá es seleccionar lecturas que atraigan a los más mayores e involucrarlos en la elección de los libros. Es esencial tener libros que les entusiasmen profundamente, poesía para alimentar su espíritu, y otros que quizás no les apasionen, pero que consideramos deben escuchar. Y, por supuesto, si no se enganchan nada al libro o a los libros ir cambiando hasta encontrar aquellos que sí. A veces es cuestión de esperar unos meses o unos años.
Algo que también me ha funcionado siempre bastante bien es la alternancia entre lecturas para los más pequeños que disfrutan de las ilustraciones y de la cercanía física, y lecturas más avanzadas para los mayores.
Aprovechad cualquier momento cotidiano como meriendas y desayunos para leerles. Y otra manera de conseguir un ambiente agradable y que estén tranquilos, es proponerles diferentes actividades para las sesiones de lectura en voz alta. Mis hijos han hecho muchas manualidades mientras les leía y siguen haciéndolas. Desde juego libre en la alfombra con sus coches, sus playmobil o sus legos, hasta maquetas, arcilla, dibujos parar colorear, tejer… En ocasiones también entrenaban, hacían el pino o dominadas… ¡No siempre la lectura en voz alta es algo relajado!
Otro aspecto muy importante es que, ya que es una actividad que vamos a llevar a cabo durante mucho tiempo y que va a ocupar una parte significativa de cada día, lo mejor es que nos resulte lo más placentera posible. Por eso es tan importante elegir bien los libros, que sean las mejores ediciones, y a ser posible obras clásicas de esas que puedes disfrutar con cinco años o con cincuenta.
No os preocupéis, aunque no tengáis ni idea de ediciones, ni de editoriales, ni de clásicos porque todo se puede aprender y además tenemos la motivación de que gracias a la educación de nuestros hijos nos vamos a educar nosotros que casi seguro recibimos una educación deficiente y llena de lagunas… y podremos leer todos los cuentos de hadas que no nos leyeron de pequeños.
Si no sabéis por dónde empezar y queréis adentraros en la lectura en voz alta mi libro os puede ayudar.
Si ya leéis en voz alta a vuestros hijos y queréis organizar las lecturas un poco mejor el Diario de lecturas en voz alta puede ser un buen aliado en vuestro día a día.
«Los profesores universitarios que se enfrentan a estudiantes de primer año que odian la literatura, creen que su trabajo consiste en convertirlos de alguna manera, engatusándolos, encontrando algo en un texto (o seleccionando textos menores) que se relacione con sus deseos enfermos y empobrecidos. Mas la culpa estaba en el instituto, donde deberían haber amado a Shakespeare. Pero el profesor de secundaria encontró a sus alumnos de primer año que venían de la escuela primaria sin ganas de leer a Shakespeare porque no habían amado primero a Stevenson. Y el profesor de primaria se encontró con que sus alumnos venían de casa sin Mamá Ganso. Y lo que es más importante, el amor a la literatura en cualquier etapa supone un amor a la vida basado en sensaciones agudas y emociones profundas».
History and the School John Senior
Agradecería vuestros testimonios o sugerencias para esta mamá en los comentarios, porque tengo la sensación, después de releer el post, de que no he contestado a sus preguntas ja,ja,ja… por lo que seguramente continuaré en otra entrada con más ideas que me han ido surgiendo a medida que escribía.