LA ESCUELA

  • En la escuela los adultos tienen el poder de decir lo que los niños deben hacer, lo que no deben hacer, qué y cómo deben aprender y que deben olvidarse.
  • Lo más importante en la escuela es “igualarse”, hacer y saber lo mismo que todos, repetir lo que el profe dice y no salirse de la fila. El uniforme escolar es señal de esta importancia de ser “igual” a los otros y hasta estar orgulloso de ello.
  • Lo que el niño realmente quiere hacer, en la escuela no es importante: moverse, tocar muchas cosas, jugar, hablar, relacionarse con sus amigos. El niño es obligado a estar quieto, esconder su curiosidad verdadera, escuchar y obedecer y sólo hablar cuando se le pregunta algo.
  • El que puede hablar siempre cuando quiere, es el profe, o sea justo la persona que ya sabe hablar. Los que deberían practicar a hablar, en cambio, son los que tienen que callarse. Sin embargo cuando se les obliga a decir algo ellos son censurados y calificados, mientras que al profe no hay como criticar.
  • La rutina de la escuela no permite que las ideas propias y las capacidades naturales de los niños puedan crecer y expandirse. Ellos tienen que aprender las cosas por comando, todos al mismo tiempo y por horarios y programas fijos. Sus cosas propias, en cambio, aprenden a hacer a escondidas y muchas veces se convierten en travesuras.
  • Las técnicas de los adultos de enseñar lo que poco les interesa a los niños finalmente tienen el efecto que ellos pierden su curiosidad natural y las ganas de probar cosas interesantes por sí mismos.
  • Los niños que recién deberían entrar en contacto directo con el mundo real, son aislados de él, obligados a vivir en un entorno pobre en realidades concretas y llamativas.
  • En lugar de vivir plenamente, los niños tienen que aprender de memoria lo que dicen los mayores que “lo saben todo.
  • Los niños necesitan recién crear sus instrumentos para vivir y actuar en el mundo real. Pero desde pequeños son forzados a “rendir” y por medio de pruebas y exámenes, “producir” cosas que no tienen nada que ver con su propia vida y comprensión.
  • Hasta en su casa tienen que hacer deberes. Esto les quita tiempo para participar en la vida familiar y seguir sus propios intereses que sobre todo son de jugar.
  • En la escuela no es permitido que los niños se ayuden mutuamente o que tengan intercambios espontáneos entre amigos. Cada uno debe “batirse por si mismo” para ver quien es mejor o peor que los otros.

Con el tiempo realmente se cree que así es la vida:

  • Que uno es mejor o peor que los otros,
  • que la iniciativa y las ideas propias no valen,
  • que los más seguro es creer en las autoridades y hacer lo que dicen,
  • que es mejor olvidarse de lo que realmente se quiere hacer,
  • que no se debe interrumpir ni contradecir a los que hablan mejor que uno,
  • que no se puede tener confianza en nadie y que es preferible tratar de engañar a otros para conseguir lo que se quiere,
  • que no se puede creer en los propios sueños y la capacidad de realizarlos,
  • que la satisfacción no viene de lo que uno mismo realiza, sino de lo que se compra o se imita a otros.

Rebeca Wild, Febrero 2001

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4 comentarios en «LA ESCUELA»

  1. Qué bueno. Real, aunque los partidarios de aquello en lo que se ha convertido la escuela por estos lares te lo negarán todo. Es decir, no creo que puedan negar los hechos, pero sí racionalizarán para llevarlos hacia algo positivo. El otro día, una madre decía que el colegio había aportado una rutina a sus hijos y eso le gustaba. ¿Es malo no tenerla? ¿O tenerla flexible?

  2. El Dr. Bernabé Tierno decía en un artículo lo siguiente: “La vuelta al colegio no es un aspecto perjudicial. Al contrario, para muchos niños tiene aspectos positivos porque supone salir del caos del verano y volver al orden de la rutina diaria”

    ¿Caos del verano? ¿Orden de la rutina diaria? Así están las cosas………….

  3. Podríamos tratar este tema de las rutinas y el “caos” en otra reunión. Porque malas no son, pero, pensando mal, es de lo que se sirven los poderes para mantener a la gente tranquilita y con sensación de seguridad en la vida cotidiana.

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