“El mes de enero finalizaba con una de esas noticias que está a medio camino entre lo anecdótico, lo dramático y lo emotivo: Me refiero al hallazgo, por parte de un indigente, de un bebé abandonado dentro de una bolsa, en la Iglesia de los Padres Carmelitas de San Sebastián. Inmediatamente era detenida la madre de la criatura, una mujer inmigrante, quien declaró que se había visto obligada a abandonar a su hijo por falta de recursos.
Personalmente, me llamó la atención que aquella noticia corriese como la pólvora por la ciudad y el resto de la provincia; y por un momento tuve la sensación de que se hablaba de ella con la misma admiración y extrañeza como cuando salta la noticia en el barrio de un premiado por la lotería.
Recuerdo haber escuchado en aquellos días a muchas personas exclamaciones de este tenor: “¡Ya me lo podían dar a mí!”. Pues bien, no es mi intención aguar la fiesta, pero pienso que el hecho de que aquel suceso haya “pasado de largo”, sin una reflexión crítica sobre los valores contradictorios de nuestra cultura, es un síntoma más de la dictadura del relativismo que padecemos, que nos prohíbe salirnos de la “partitura” de lo políticamente correcto.
A escasos metros de la puerta de esa Iglesia y en la misma acera, existe otra puerta muy distinta. Es la puerta de una clínica abortista, en cuyo escaparate se publicita el aborto, como si de una ortodoncia se tratase. Paradójicamente, si aquella joven madre hubiese elegido esta “otra puerta”, no habría sido noticia, ni habría sido detenida, ni tendría que afrontar ahora la previsible pena de dieciocho meses a tres años de cárcel, por abandono de un menor… ¿El mundo al revés?…
¡Lo cierto es que la vida ha triunfado sobre la muerte en este caso! Ese niño vive, y será acogido por unos padres que le amarán como a uno más de sus hijos.
¿Cómo es posible que tantos entre nosotros suspiren por conseguir una adopción en el extranjero, y al mismo tiempo sacrifiquemos la vida de miles y miles de inocentes? ¿No será que el materialismo y la secularización han reducido la vida a un mero objeto de deseo?
El episodio del niño abandonado a la puerta de una iglesia, nos ha traído a la memoria aquel pasaje bíblico que narra la disputa entre dos mujeres, y el grito que una de ellas dirigió al rey Salomón: “Por favor, mi señor, ¡que le entreguen el niño a esa mujer, pero que no lo maten!” (cf. 1 Reyes 3, 16-28).
Mientras que la primera mujer estaba cegada por la lógica posesiva y destructiva, la verdadera madre priorizó la vida y el bien de su hijo por encima de todo.
El feminismo que reivindica el aborto como instrumento de emancipación de la mujer, vive de espaldas a la realidad. Lo cierto es que el aborto eleva exponencialmente las probabilidades de quebrantar la salud psíquica de las mujeres (cf. British Journal of Psychiatry, diciembre de 2008). Y por si hubiere alguna duda, el aborto se ha convertido en una criba selectiva del sexo; de forma que hay países como China, en los que nacen 119 niños por cada 100 niñas.
¡El aborto se ha traducido en un suicido demográfico, psicológico y moral de la mujer!
Por ello, y sin perder el tiempo en lamentaciones, en San Sebastián continúa trabajando un grupo “rescate” de niños con riesgo de ser abortados, bajo la coordinación de la Fundación “Red Madre” (Tfno. 902 188 988). Su método consiste en ofrecer alternativas: acompañamiento a las embarazas en riesgo, pisos de acogida, asistencia médica y jurídica, etc. He aquí los verdaderos y auténticos „progresistas‟: los que luchan por la vida de los inocentes injustamente condenados, y por sus madres.Pero el aborto no es un mal aislado, sino un signo de una sociedad enferma.
Y para muestra un botón‟: Las clínicas abortistas no tienen problema alguno para publicitarse, mientras que son censurados unos anuncios publicitarios que “osan” recordar a los padres el derecho que tienen a decidir sobre la educación religiosa de sus hijos. Uno no puede por menos de dar la razón a Chesterton:
“Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural”
Artículo de Monseñor Jose Ignacio Munilla
¡Hola! Aquí en Zaragoza también hay un centro de unos religiosos donde "mantienen" y ayudan a encontrar su hueco en la sociedad a las mamás con sus hijos durante sus dos primeros años de vida.
Hay mucha gente que conoce el centro y lleva allí juguetes, ropas… y les va muy bien.
¡Muchos besos!.
Magnífica reflexión, Paloma. Estoy totalmente de acuerdo contigo. El aborto es una asesinato del bebé que ya no nacerá… pero también una agresión contra la propia mujer. Un abrazo.
Pues si Paloma asi es, Monseñor Jose Ignacio tiene mucha razón. Gracias por compartir esta meditación tan buena. Yo a veces he tenido con mis amigas esta conversación. Porque verdaderamente el mundo esta al revés y egoista sobre todo en este tema. Seguro que si se trata de un niño con deficiencias, ya son menos los que querrian adoptarlo…
un abrazo.
Paloma, yo no creo en Dios. o por lo menos no así como uds, y sin embargo estoy de acuerdo con lo que escribes en el post sobre el aborto y el mundo del revés, sobre lo injusto de la "justicia", condenando a esa madre a la que toda una sociedad dejamos sola. No se, creo que no hace falta creer en lo sobrenatural para acercarnos a la maravilla de lo natural y respetar y valorar. Abrazo!